La creación de Madame Ur

TIJUANA.- Detrás del escenario, momentos antes de que suenen las primeras notas y el público reaccione con sus aplausos, Azzul Monraz espera paciente a que un ser llamado Madame Ur se apodere de su voluntad y rompa los límites que en su vida cotidiana dispone.

En todo caso, basta que Azzul escuche esas primeras notas, ejecutadas por Los Hombres (Toto Zúñiga en el bajo y Joel Castillo en el teclado), para que logre conectarse con ese ente pasional e irreverente, que a fin de cuentas no es un ser ajeno, sino parte de ella que durante un par de horas se manifiesta sin pedir disculpas.

Con una afinidad hacia el arte, el canto has sido parte de su vida desde la niñez, al igual que un escenario y un público.

Su interés multidisciplinario le ha llevado a explorar distintos medios, como el performance y el arte instalación, elementos que influyeron en la creación final de Madame Ur.

En su lugar de ensayo, Azzul Monraz platicó con El Informador de BC sobre el largo proceso que culminó en este personaje con el que ahora también se le identifica, y sobre lo que está por venir.

– ¿Cómo nació tu interés por el arte?

Fue en mi niñez. Tuvo que ver que mis papás nos acercaron, nos llevaron al teatro, a conciertos. Nos mostraron a ese mundo como público. Nos acercaron a él como algo sencillo, sin buscar una finalidad.

Mi papá rentaba el fin de semana todo tipo de películas, de lo más comercial y chistoso, y de pronto había una película italiana, una experimental japonesa, extraña. Para mí era muy normal, como sigue siendo, ese tipo de cine.

Y aunque no lo entendiera, por todas las razones por las que una niña no puede entender una película extranjera o de arte, sí me impresionaba.

En general, percibir el mundo en el que estamos, eso ayudó mucho. Entre disfrutar las cosas estuvo eso del arte y se me quedó. Me impresionó verlo y me impresionó la posibilidad de hacerlo.

Mi abuela materna era compositora, tenía un programa de radio, estaba en la bohemia absoluta.

Mi papá nos llevaba a escuchar al trovador Agustín Sánchez, él tocaba en casa de sus amigos, y mi papá veía en qué casa de qué amigo que fuera mutuo iba a tocar y nos llevaba. Estábamos en la sala escuchándolo cantar.

Fui creciendo con todo eso, jamás me despegué y me fue gustando más y más.

 

– ¿Cómo fue que pasaste de disfrutarlo a encontrar en el arte una forma de expresión?

En irlo haciendo fui descubriendo qué me interesaba. Siempre me ha generado una especie de miedo, pero simplemente lo hago, y ya en el hacerlo me doy cuenta que no era por ahí o que sí.

Fue así, más que analizarlo. Aunque sí analizo mucho lo que hago ahora, antes todo era mucho más impulsivo.

En el preguntarme por qué hago algo encuentro respuestas de mí misma y de las razones por las cuáles lo quiero seguir haciendo.

Pero era sobre todo el aventarme a hacerlo. Me gustaba pintar y lo hacía, me gustaba escribir y leer textos y me puse a escribir. Si a mi mundo le hace falta imágenes me pongo a buscarlas.

Expresarme lo puedo hacer platicando, con mis cosas cotidianas, pero la creación para mí va más allá de sólo expresar, sino la conexión que se hace con el espectador.

Ese tipo de conexiones creo que sólo se pueden tener en dos momentos: En un escenario, creando y compartiéndolo con el público; o a través del sexo o de una relación personal, cercana, de vida.

Creo que es a lo único que se puede comparar cuando tú compartes y alguien conecta con eso que estás compartiendo.

No sólo porque le estás expresando, sino porque estás conectando, hay un algo en el que el espectador dice “sí, así era como yo lo sentí”.

En esa conexión completamente amorosa, que a mí me parece un acto de amor que no tiene medida, yo lo he podido experimentar.

 

– ¿Por qué decidiste en una etapa de tu vida dejar la música y enfocarte en artes visuales o de performance?

Antes no había la forma de profesionalizarse en el arte, tenías que irte a otra ciudad y mis papá no podían solventar esa situación.

Yo simplemente lo seguía haciendo mientras estudiaba la secundaria, la preparatoria. Con todas las dificultades que una persona que sólo está pensando en cuándo volverá a cantar puede tener.

Entré a estudiar una carrera, no funcionó. Estudié, con muchas comillas, un semestre de música en la Casa de la Cultura, cosas muy básicas. Hice un taller de canto, también muy básico después de años de cantar, pero me sirvió muchísimo.  Tenía mi grupo, en ese momento se llamaba, Tiwi.   En ese momento me interesaba mucho la instalación y el performance, que lo empecé a hacer a los 15 años con mis amigos poetas, filósofos. Vi un mundo donde se permite la locura, donde se busca ese lado, me pareció mi camino. Lo empecé a hacer sin importar si era bueno o malo, la experiencia valía para mí.   Varios años después abrieron la licenciatura de artes visuales en Playas, era la primera universidad en hacerlo.

Pensé que podría meterme al conservatorio y estudiar música, pero no voy a hacer música clásica, entonces voy a estar estudiando una cosa que no es lo que quiero hacer. Pensé en estudiar artes visuales y lo que aprenda, aplicarlo a otras cosas que me interesan, como la escritura, la música, en el performance, en los visuales, en todo.

En ese periodo me dediqué más a exhibir, a estar en performance, a las instalaciones, pero yo seguía componiendo.

En el 2001 se terminó Tiwi. Estuve 9 meses sin tener ningún proyecto de música. Hasta que hice la primer canción que fue “Song For Me”, y vi que no se parecía a las que había hecho antes. Fue la primera canción en inglés que intenté hacer, era algo que apuntaba en otra dirección.   No había concretado un grupo pero yo seguía componiendo la música de ese siguiente proyecto. En mis últimos semestres de la carrera, cuando teníamos que exhibir, yo prefería cantar una canción, y cantaba lo que estaba componiendo sin música.

 

– ¿Cómo fue que viste necesario crear otro yo?

De ahí empecé a componer más canciones. Vi que tenía una leve influencia de jazz y que podía jugar en eso con mi voz, y que me interesaba hacer algo que fuera un reto para mí.

En ese momento venía Fernando Corona, mejor conocido como Murcof, y lo visitaba con frecuencia. Le enseñé mis canciones y le dije que no sabía qué hacer, no conocía músicos con los que hacer un nuevo grupo, y él me dijo que le llevara las canciones para ver qué podía hacer con ellas.

Le llevé dos o tres canciones y él empezó a jugar con ellas y vi que sí podían llegar a algo.

Él invitó a Joel Castillo a grabar archivos musicales para luego utilizarlos en su música. Un bajo que grabó Joel, Fernando lo utilizó para hacerle una pista a la canción de Árboles.

Yo ya sabía que el proyecto se llamaba Madame Ur, sabía que quería utilizar un poco el mundo el performance, y mis otros mundos que tenía disociados.

Quería diseñar la imagen e involucrar todas esas experiencias que estaba teniendo en la universidad para generar una sola cosa.

No quise usar mi nombre para el grupo, porque yo, Azzul Monraz, hay un montón de cosas que no haría, de límites que me pongo. Pensé en que el proyecto tuviera un nombre propio y yo ser ese otro nombre.

David Bowie estaba mucho mi mente, con su Ziggy Stardust. Quería crear una cosa tipo Glam Rock, escandalosa, usar todo el escenario, usar todas las posibilidades que se puede tener dentro del concierto, algo más espectacular.

Para un concierto de Ely Guerra, por el 2004, me invitaron a abrirlo. Todavía no tenía muy claro el personaje. En el escenario llegué y me paré con los puños en la cintura, respiré y dije “ahí les va”, mucho más a la usanza de un performance que de un concierto. Eran más mis ganas que mi histrionismo de hacer cualquier cosa.

Pero me tiré al piso, hice un show con los elementos que tenía, hicimos algunos visuales, hacía un frío terrible. Canté dos canciones a capela, y como dos o tres con pistas.

De ahí fui conociendo a Los Hombres, cuando estaban Toto y Carlos María ya, me di cuenta de que no quería ser una solista, sino tener un grupo. Quise integrarlos y le puse al proyecto Madame Ur y sus Hombres.

En un concierto, que fue en noviembre del 2006, en un patio de unos departamentos donde había un bar. Ya traía más la idea de un vestido como de charleston.

Llegué, agarré el micrófono y me puse a hablar con un acento diferente, totalmente en juego, y fue un acento que se lo dejé en todo el concierto. A todo mundo se le hizo muy chistoso que hiciera eso.

Al siguiente concierto me preguntaron qué iba hacer, cómo iba a hablar. Al agarrar el micrófono volví a utilizar el mismo acento, y me di cuenta de que eso era la Madame, de eso se trata, de jugar y de hacer todas las cosas que antes no me atrevía a hacer.

Pensé que conmigo misma ya me bastaba en la vida cotidiana como para llevarme al escenario. Yo no me maquillaría ni me haría grandes chongos, decidí que para ser la Madame siempre tendría que estar peinada, maquillada, con pestañas postizas, tacones siempre, detalle sobre detalle de accesorios.

El trabajo visual que había hecho nunca había tenido una connotación erótica o sensual. Me dije, quiero hablar de eso, es un tema que a todos nos mueve, está en todos, y quise atascarme en ese tema, explorarlo.

 

¿Qué va pasando por tu mente en ese proceso en el que te transformas la Madame?

A veces siento el personaje antes de estar arreglada, desde que me levanto y sé que voy a ser la Madame. Empiezo a hacer mi maleta, el setlist. A veces lo siento desde antes, sobre todo si me emociona ese escenario a donde vamos a ir.

A veces mientras me maquillan, le estoy pidiendo que ya llegue. A veces se tarda en llegar y comienzo a preocuparme.

Por lo regular en cuanto escucho la primera nota de mis compañeros, conecto con eso, cambia toda mi postura y ya entro caminando con una ceja levantada, y un Martini imaginario en la mano.

La Madame no es un personaje muy disociado de mí. Más bien es como otro hemisferio, otro lado mío. Es más fácil para mí decir que tengo un alter ego, a reconocer que esta también soy, no sólo para explicárselo al público, sino para mí misma.

Me ha costado el trabajo aceptar que es parte de mí, a la única persona que he estado engañando todo este tiempo con la idea del alter ego es a mí. Todo este tiempo he estado procesándolo y aceptándome con todos esos lados un tanto oscuros.

A veces características de la Madame aparecen en los momentos más insospechados, y me meto en problemas, y algunas veces sobrevivo a ellos. A veces en momentos de Madame Ur, características de Azzul Monraz aparecen. Una de la otra vamos tomando elementos.

Es un juego, es la manera más fácil para mí de no tomarme tan enserio muchas cosas, porque suelo tomar demasiado en serio las cosas más simples de la vida.

 

¿Qué tanto camino por recorrer le queda a Madame Ur?

No me he cansado de ella, creo que apenas he explorado la pura superficie de ese personaje. Hay cosas que ya me gustaría explorarlas desde otra perspectiva.

Adanowsky tiene la costumbre de que crea un personaje y lo mata, David Bowie tuvo que matar a Ziggy Stardust, prácticamente porque lo estaba volviendo loco, decía él en entrevistas. Yo no he tenido la necesidad de matarla, creo que más bien nos vamos mimetizando. 

Yo le veo posibilidades creativas vastas, me sigue interesando el cabaret, su dinámica me parece infinita. Me siguen interesando las características performáticas y actorales.

Posiblemente la Madame tenga una modificación de imagen, pero sigue siendo la Madame, con las características principales el personaje.

 

¿En este momento, qué promesa, invitación o amenaza le tendría Madame Ur al público con el que se encontrará la próxima vez frente al escenario?

Si no la conocen, probablemente verán algo que les va a asustar pero les va a gustar, ya l final van a terminar riéndose porque no sólo es una broma y un juego, sino que hay contenidos en el show, hay letras y música intensas.

Es intenso en un sentido muy melodramático de ir del drama al chiste, a la risa, a la burla, y otra vez al drama, y luego a lo cachondo, al sufrimiento.

La amenaza es que seguramente van a seguir habiendo conciertos de Madame Ur y Sus Hombres, a eso no le veo un final, no pienso ni siquiera en eso, pienso más en hacerlo y seguir con ello, y construir los medios para lograrlo.

Amenaza un disco próximamente, estamos viendo las maneras de hacerlo a la propuesta que traemos en mente, es posiblemente que colaboremos con más personas para hacer este disco. Los temas ya están, falta ver cómo va a ser el disco.  Es posible que con este nuevo disco venga esa nueva imagen de la Madame.

Vienen más videos del último álbum, Animal Man, queremos hacer al menos dos más.

Con el nuevo disco queremos modificar el show, que venga con nuevos visuales, con nueva imagen, nueva música, que algunos de esos temas se pueden escuchar ya en nuestros conciertos. Ya hemos tocado como cuatro o cinco.

La amenaza es que aunque hagan cara de fuchi no podrán evitar el reconocer cosas de su lado oscuro en el escenario.

 

 

Madame Ur y sus Hombres Discografía: 2011 Animal Man (LP), autoeditado. 2008 Men & Pearl Necklaces (EP), autoeditado.

El grupo ha compartido escenario con:  Proyectos mexicanos • Orquesta de Baja California (2012 y 2010) • HOPO, proyecto alterno de Rubén Albarrán de café tacuva (2010) • paté de Fuá (2010) • Iraida Noriega (2008) • Ely Guerra (2004)   Proyectos extranjeros: • Jessye Evans (Berlín)(2011) • Miranda!(Argéntica) (2006) • Autolux (USA)(2008)

 

Contacto: madameur.com facebook.com/madameurysushombres

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